A veces se nos presentan tantas dificultades que nos desesperamos por no saber cómo resolverlas. San Ignacio de Loyola, en los momentos de necesidad y padecimiento, siempre depositó su firmísima esperanza en la Ayuda Divina y en la Virgen María, por muy desesperado que estuviera nunca se dejó vencer.
Este santo con paciencia y ardiente caridad trabajó por el bien de los demás y ahora es un gran intercesor nuestro para darnos alivio cuando el desaliento y los problemas ensombrecen nuestras vidas.