
Dulce Jesús mío, mi Niñito bien amado y adorado,
Niño del pesebre, nuestro Dios y hermano,
Tú que sabes y entiendes nuestras penas y dolores
llega a nosotros que con alegría te esperamos,
¡ven a nuestras vidas! ¡ven no tardes tanto!
haz, te pedimos, que cuando suframos angustias,
cuando no podamos salir de nuestras adversidades,
siempre recordemos que nos has salvado
y que estas a nuestro lado para cobijarnos y auxiliarnos.