Oh amados Arcángeles
que brilláis en lo alto de los Cielos
y desde el
principio de los tiempos sois los portadores
de la Luz del Padre
Todopoderoso y Eterno,
de Dios infinitamente bueno y misericordioso;
a vosotros que con
amor nos protegéis y auxiliáis
en nuestro duro peregrinar
por la tierra,
con toda humildad
os pido que sigáis siendo mis guardianes.