Oh querida santa Bárbara, gloriosa virgen y mártir,
que por merecimientos propios eres la hija de Dios querida
y la mujer fuerte que el martirio preferiste
porque nunca se te pasó por el corazón
porque nunca se te pasó por el corazón
renunciar a la eternidad de tu compasiva alma,
y mucho menos, pasar la vida sufriendo
al lado de algún pagano e impío;
por ello, aceptaste la muerte en martirio
y viajar con pureza de alma y cuerpo a la Luz Eterna.
y viajar con pureza de alma y cuerpo a la Luz Eterna.