Oh gloriosa y caritativa santa Elena,
de noble cuna naciste, pues fuiste hija de rey y reina,
y por tu fe empleaste tu vida en hacer obras buenas
y nunca dejaste de ayudar a los afligidos y necesitados,
y dar humanitario alivio al que pasaba por penalidades,
y dar humanitario alivio al que pasaba por penalidades,
por tu confianza en la ayuda divina el Señor te recompensó
premiando tu gran piedad, tu entrega y humildad,
concediéndote los medios para poder peregrinar a Jerusalén
y allí hallar la santísima y bendita Cruz y los tres clavos,
instrumentos con los que Cristo nos salvo y redimió.