Soberana Virgen María, Sacratísima Madre de Dios,
hoy y todos los días me encomiendo a tu singular custodia
y pongo en el seno de tu misericordia mi vida.
Oh amabilísima Señora mía, mujer concebida en gracia,
a quien rinden veneración los Ángeles y Santos benditos,
pido tu clemencia y compasión, imploro tu mediación,
para que lleves ante tu Hijo, mi único Redentor
estas suplicas llenas de confianza y esperanza
y me consigas lo que necesito para tener felicidad y paz.