Entre las advocaciones que ostenta la Virgen María se encuentra la de Divina Pastoras de las Almas. Este nombre se lo otorgó San Isidoro de Sevilla después de tener una visión en la que María Santísima se le apareció como una pastorcilla en el año 1703.
La Virgen se le presento como una joven pastora con un cayado a su lado, y un gran sombrero de paja cayendo sobre sus hombros.